Después de varios informes que se centraban en las
cuestiones exteriores de Israel, es hora de analizar las cuestiones internas.
En las Américas, de sur a norte, no es necesario explicar por que el tema
principal es el económico.
En Israel, un país joven que cuenta con un pasado muy lejano, que la
mayoría de sus vecinos aún no reconocen su existencia, y cuyo componente
ideológico ocupa un lugar central en el discurso público, la tendencia predominante
es enfatizar cuestiones de identidad, cultura y espíritu.
Por ejemplo, en las últimas semanas la sociedad israelí ha estado
preocupada por una cuestión bastante extraña desde el punto de vista de
cualquier otra sociedad humana: el derecho de los ciudadanos a pasar tiempo a
orillas de un hermoso río que pasa por el centro de un kibutz en el valle de
Beit She'an. En países con ríos como el parana, el Amazonas o el Mississippi,
tal problema es menos que ridículo. Pero en Israel es muy fácil convertir esa
cuestión en un foco de violentos disturbios, incitación política y mala sangre.
Quizás en otra ocasión contaremos la historia completa de este
acontecimiento, porque la intención era decir que incluso cuando Israel mira
los temas interiores, la tendencia es abordar cuestiones que objetivamente casi
no tienen importancia, ciertamente no en relación con cuestiones difíciles como
el futuro económico.
Israel es considerado un milagro económico: hace unos 150 años, no más
de 300.000 personas, 90% arabes vivían en la Tierra de Israel, con una ezperanza
de vida de 40 años, casi sin servicios de salud y bienestar, casi sin
educación. El viaje de Jaffa a Jerusalén, menos de 70 km, duró unas 15 horas y
nadie lo haria solo por los ladrones del camino.
Hoy en día, alrededor de 9 millones de ciudadanos viven en el Estado de
Israel, con una esperanza de vida dos veces mayor, con servicios de bienestar,
salud, comunicaciones e infraestructura que colocan a Israel en la lista de los
30 países más ricos del mundo.
Esto no fue un milagro, sino el producto de un trabajo muy duro. Y ya que
casi no hay recursos naturales en Israel, el recurso principal era y sigue
siendo el recurso humano.
Pero la gran historia de los 150 años no importa al acercarse al
presente inmediato. El hecho de que Uruguay haya ganado dos veces el Mundial no
significa nada por el proximo. En otras palabras, es agradable oler los éxitos
del pasado, pero desde el punto de vista de los ciudadanos reales, la cuestión
económica se mide en términos de corto plazo.
Corto plazo no significa el período de tiempo entre ayer y mañana, sino
la situación económica de los últimos años. Y en el mundo moderno, la situación
económica es ante todo una función de la política económica. Y en Israel, desde
hace 35 años, el principal factor que gobierna la política económica en Israel
no ha sido el gobierno y ciertamente no el parlamento, sino el Ministerio de
Finanzas.
En los ultimos 35 anios, la politica del Ministerio de Finanzas de
Israel es el consenso de Washington. Este consenso se estableció en la década
de 1980 y nunca ha estado en el consenso, menos en la ultima decada. Pero para
los dirigentes de la economia israeli, este supuesto consenso, se transformo a
una religion, cuyos preceptos son: recortes presupuestarios, infraejecución del
presupuesto, déficit de 3%, inflación de 3%, Abrir el mercado local a las
importaciones a toda costa bajo el lema de "bajar el costo de la
vida" y administrar la infraestructura nacional de acuerdo con principios
ciegos de las fuerzas del mercado.
El resultado es que en los datos macroeconómicos, Israel recibe aplausos
de todos los economistas conservadores del mundo, y alta calificación crediticia, como si fuera
una empresa como Ford o Volkswagen. Y no
un país soberano.
En vísperas de la corona, la relación deuda / PIB era del 60%, la
inflación era inferior al 2% y el déficit presupuestario era inferior al 3%.
Las reservas de divisas fueron de unos 150.000 millones de dólares, y el
mercado de la vivienda siguió dando rendimientos fantásticos, porque de acuerdo
con el principio de las fuerzas del mercado, a los contratistas de la
construcción les interesa mantener la demanda alta, asegurando asi que el ciudadano israelí pagara 20 años de salario
para comprar un apartamento, mientras el Ministerio de Finanzas supuestamente
lo compensa permitiendo que se importen tomates de Turquía para bajar el costo
de vida bla bla, lo que perjudica tanto a los agricultores israelíes como a los
palestinos. Y a eso le llaman economía adecuada.
La crisis de la corona ha puesto al descubierto los problemas económicos
de Israel.
El problema es exactamente el mismo fundamentalismo del Consenso de
Washington. A diferencia de otros países, que inmediatamente renunciaron a los
principios de Maastricht, que son la version europea del Consenso de
Washington, en Israel el Ministerio de Finanzas continuó su política como si
nada hubiera pasado.
Más bien, el Ministerio de Finanzas señaló la crisis de la corona como
otra razón para continuar con su política de austeridad. Ni las cifras
proporcionadads por el mismisimo Ministerio de Finanzas han volcado un cambio
de mente. Segun un informe del ultimo julio,
los ingresos de la Autoridad Tributaria disminuyeron un 6%, los
impuestos directos se mantuvieron sin cambios en comparación con julio de 2019
y los indirectos disminuyeron un 13%.
No es necesario ser un economista profesional para comprender lo que
esto significa. Menos impuestos significa menos inversión social y, en el caso
de la corona, profundización de la recesión económica.
Suena obvio. Tanto es así que hay economistas conservadores en Israel
que explican que así es en el capitalismo, hay altibajos y no hay nada que
hacer, suponiendo que el capitalismo es la manera adecuada de regir la economia.
Tienen razon. El capitalismo es sin duda el camino adecuado. Por su
politica tiene poco que ver con la doctrina capitalista original. Fue Benjamin
Franklin, quien ya en el siglo XVIII resumió el principio capitalista en una
frase:
an ounce of prevention
worth a pound of cure
una onza de prevención vale una libra de cura
En términos prácticos, el significado de estas palabras es clarisimo: al
igual que en Italia, en Israel la llamada política adecuada ha llevado al
secado del sistema de salud. En diciembre de 2019, Italia recibió una medalla
de excelencia de la Comunidad Europea por racionalizar su sistema de salud. La
racionalización de acuerdo con la lógica de Maastricht es, por supuesto,
recortes, despidos y privatización. Vimos el resultado en los cementerios de
bergamo por ejemplo. Ahora es el turno de Israel de llenar los cementerios.
Pero el enfoque de Franklin podría ser la base para un cambio de rumbo,
por supuesto. para que una reducción en la cantidad de impuestos perjudique
menos al estado, se debe aumentar el número de contribuyentes. Es decir,
precisamente de acuerdo con los principios del capitalismo sano, el papel del
Estado es crear empleo, y en frente de una crisis, el Estado supera la fuerzas
del mercado en su poder para hacerlo.
Los ejemplos en Israel no faltan: infraestructura de transporte y
comunicaciones, mercado de la vivienda, agricultura y, sobre todo, el fomento
de las micro empresas que en israel sufren, y mucho, sin ningun tipo de
justificacion economica.
Ésta es exactamente la posición de casi todos los economistas de Israel,
excepto de aquellos que tienen el poder de tomar decisiones.
Mientras el público israelí esté preocupado por cuestiones de honor e
intrigas relacionadas con el destino un río en el valle de Beit She'an, nadie
impedirá que los economistas israelíes en el poder, sigan aplicando su politica
de ajuste, absurdamente llamada capitalismo, cuando en realidad se trata de un
tipo de fundamentalismo oscuro y dañino.
Esperemos lo mejor.
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