יום ראשון, 9 במאי 2021

mil cien palabras sobre tolerancia, statu quo de verdad, Iom Ierushalaim y el Ramadan

 

Hoy festejamos en Israel Iom Ierushalaim. Esta semana tambien terminará el Ramadán. Esta es una oportunidad para desear a todos los musulmanes del mundo un "Ramadán Karim", es decir, "ramadán respetable".

El Ramadán es el mes más sagrado para los musulmanes de todo el mundo y uno de los cinco principales mandamientos del islam. Este mes simboliza la renovación, la disciplina espiritual y la contemplación profunda de la conexión con Dios y la religión.

Desafortunadamente, desde que comenzó el conflicto judío-palestino, la festividad del Ramadán a menudo se ha convertido en una oportunidad para hacer todo lo contrario: sin compasión, sin agudización y sin búsqueda de un significado espiritual profundo, sino una oportunidad para incitar al odio y la violencia contra los judíos.

Lamentablemente, y como en muchos otros casos, el extremismo fomenta el extremismo. Jerusalén, la supuesta ciudad de la paz, se ha convertido en las últimas semanas en el foco de enfrentamientos entre extremistas árabes y extremistas judíos.

El significado del término "extremo" no es evidente. El 'extremismo' puede ser muy positivo, por ejemplo, si una persona es un extremista en su posición, la basura no debe arrojarse al dominio público.

 'Extremismo' en el caso en cuestión es el pensamiento de árabes y de judíos, que ven Jerusalén en general, y en particular en el Monte del Templo, un lugar que solo les pertenece a ellos.

El extremismo en este caso pues, es la negación de los extremistas del hecho que la antigua Jerusalén alberga decenas de creencias y sub-creencias religiosas, judías, cristianas y musulmanas.

Este ha sido el caso durante siglos, y la única pregunta es cuáles son las condiciones para ejercer el derecho de todos los creyentes a visitar Jerusalén con total seguridad.

La respuesta a esta pregunta es el Estado de Israel. El hecho que solo desde junio de 1967, cuando toda Jerusalén quedó bajo el dominio del Estado de Israel, los creyentes de todo el mundo pueden visitar los lugares santos con total seguridad, salvo en casos, como de las últimas semanas, cuando distintos factores tratan de fomentar la rivalidad que siempre está presente, por definición del monoteísmo.

Pero rivalidad no significa violencia. Aparentemente, todo el mundo está en contra de la violencia. Pero En la práctica, quienes incitan a la violencia saben que la violencia conducirá a la violencia, y luego podrán esconderse detrás de la pregunta de quién la inició.

Este es el trasfondo del llamado del presidente estadounidense Joe Biden a "mantener el statu quo en el Monte del Templo". ¿Por qué vino esta llamada de él? Porque él, como la mayoría de las personas en el mundo, está en contra de la violencia. Pero como muchos casos han enseñado en el siglo XX, adorar el statu quo por sí mismo, sin condiciones, puede tener un precio muy alto.

Pregunte a los ciudadanos de Checoslovaquia de 1938, por ejemplo, o a los ciudadanos sirios de la última década. La convicción de Obama de mantener el statu quo ha contribuido mucho a la muerte, a millones de refugiados, y a la destrucción.

 

Un conocido proverbio talmúdico dice que quien se compadece de los crueles, terminará siendo cruel con los débiles. Este proverbio encaja muy bien con la historia de Jerusalén.

El statu quo que el presidente Biden pide de ser cuidado es cualquier cosa menos statu quo. en el pasado distante, el statu quo era tal que a los judíos no se les permitía entrar a Jerusalén en absoluto.

Luego el statu quo permitió a pocos judíos orar cerca al llamado Muro de los lamentos, y con ese fin se apiñaron en un pequeño rincón lleno de basura.

Según este statu quo ni los judíos muy ancianos no podían sentarse en un banco que trajeron de casa. Este status quo decía que si un niño musulmán quería pasar su burro durante las oraciones de los judíos, se le permitía hacerlo porque los judíos según el islam están en una posición inferior por no reconocer la palabra divina traída por Mahoma.

De 1918 a 1948, los británicos gobernaron Jerusalén, y ellos también mantuvieron este aparentemente santo statu quo.

Bajo el statu quo sancionado por el gobierno jordano desde 1948 a 1967, a los judíos no se les permitió entrar en la Antigua Jerusalén, a pesar de lo que se declaró explícitamente en el acuerdo de armisticio firmado en 1949, según el cual, judíos podían visitar la Ciudad Vieja para practicar su religión.

Este santo statu quo ha sido cambiado por el Estado de Israel. En junio de 1967, según el calendario judío justamente hoy hace 54 años, inmediatamente después de la liberación de la ciudad, se evacuó un pequeño vecindario adyacente al Muro Occidental y se construyó una gran plaza en su lugar, con espacio para decenas de miles de visitantes. Los arreglos para una visita al Monte del Templo, ubicado sobre el Muro Occidental, también fueron establecidos por el Estado de Israel, y hoy en día cualquier turista puede visitar la Antigua Jerusalén, tal como lo hace en lugares como el Taj Mahal o el Vaticano.

El presidente Biden ha declarado que se debe mantener el statu quo para prevenir la violencia. La lógica de sus palabras suena lógica, pero la historia enseña exactamente lo contrario. Solo cambiando el injusto statu quo del que sufrieron los judíos ante todo, pero no solo ellos, se creó un statu quo de verdad, un statu quo de tolerancia de hecho, asegurada por las fuerzas armadas israelíes, que lamentablemente son necesarios para asegurar el derecho de vivir y de ser diferente.

Solo las fuerzas armadas israelíes aseguran el derecho de todos, religiosos, ateos, mujeres, hombres, cristianos musulmanes y judíos, a gozar de esta divina ciudad, Jerusalén.

De hecho, el presidente de los Estados Unidos, un estado basado en una constitución diseñada para preservar la libertad de conciencia de cada persona debería entender esto mejor que nadie.

Hoy, el día de Jerusalén, es un buen momento para apreciar el movimiento sionista que veía la libertad de conciencia y la paz como un valor supremo, y cuando tuvo el poder, tuvo el suficiente coraje de negar amenazas de parte de enemigos y amigos, romper el statu quo, para crear condiciones para realizar dichos valores de convivencia y tolerancia.

Los sionistas, parece que mejor que algunos presidentes norte americanos, entendieron que el camino hacia la paz y el respeto de la libertad de conciencia no pasaba por otro sermón lleno de lindas palabras, sino creando las condiciones que permitieran a cada persona ejercer seguramente su derecho de libre expresión, sin perjudicar la seguridad de los demás.

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