Hoy festejamos en Israel Iom Ierushalaim. Esta semana tambien terminará
el Ramadán. Esta es una oportunidad para desear a todos los musulmanes del
mundo un "Ramadán Karim", es decir, "ramadán respetable".
El Ramadán es el mes
más sagrado para los musulmanes de todo el mundo y uno de los cinco principales
mandamientos del islam. Este mes simboliza la renovación, la disciplina
espiritual y la contemplación profunda de la conexión con Dios y la religión.
Desafortunadamente,
desde que comenzó el conflicto judío-palestino, la festividad del Ramadán a
menudo se ha convertido en una oportunidad para hacer todo lo contrario: sin
compasión, sin agudización y sin búsqueda de un significado espiritual
profundo, sino una oportunidad para incitar al odio y la violencia contra los
judíos.
Lamentablemente, y como
en muchos otros casos, el extremismo fomenta el extremismo. Jerusalén, la
supuesta ciudad de la paz, se ha convertido en las últimas semanas en el foco
de enfrentamientos entre extremistas árabes y extremistas judíos.
El significado del
término "extremo" no es evidente. El 'extremismo' puede ser muy
positivo, por ejemplo, si una persona es un extremista en su posición, la
basura no debe arrojarse al dominio público.
'Extremismo' en el caso en cuestión es el pensamiento
de árabes y de judíos, que ven Jerusalén en general, y en particular en el
Monte del Templo, un lugar que solo les pertenece a ellos.
El extremismo en este
caso pues, es la negación de los extremistas del hecho que la antigua Jerusalén
alberga decenas de creencias y sub-creencias religiosas, judías, cristianas y
musulmanas.
Este ha sido el caso
durante siglos, y la única pregunta es cuáles son las condiciones para ejercer
el derecho de todos los creyentes a visitar Jerusalén con total seguridad.
La respuesta a esta
pregunta es el Estado de Israel. El hecho que solo desde junio de 1967, cuando
toda Jerusalén quedó bajo el dominio del Estado de Israel, los creyentes de
todo el mundo pueden visitar los lugares santos con total seguridad, salvo en
casos, como de las últimas semanas, cuando distintos factores tratan de
fomentar la rivalidad que siempre está presente, por definición del monoteísmo.
Pero rivalidad no
significa violencia. Aparentemente, todo el mundo está en contra de la
violencia. Pero En la práctica, quienes incitan a la violencia saben que la violencia
conducirá a la violencia, y luego podrán esconderse detrás de la pregunta de
quién la inició.
Este es el trasfondo
del llamado del presidente estadounidense Joe Biden a "mantener el statu
quo en el Monte del Templo". ¿Por qué vino esta llamada de él? Porque él,
como la mayoría de las personas en el mundo, está en contra de la violencia.
Pero como muchos casos han enseñado en el siglo XX, adorar el statu quo por sí
mismo, sin condiciones, puede tener un precio muy alto.
Pregunte a los
ciudadanos de Checoslovaquia de 1938, por ejemplo, o a los ciudadanos sirios de
la última década. La convicción de Obama de mantener el statu quo ha
contribuido mucho a la muerte, a millones de refugiados, y a la destrucción.
Un conocido proverbio
talmúdico dice que quien se compadece de los crueles, terminará siendo cruel
con los débiles. Este proverbio encaja muy bien con la historia de Jerusalén.
El statu quo que el
presidente Biden pide de ser cuidado es cualquier cosa menos statu quo. en el
pasado distante, el statu quo era tal que a los judíos no se les permitía
entrar a Jerusalén en absoluto.
Luego el statu quo permitió
a pocos judíos orar cerca al llamado Muro de los lamentos, y con ese fin se
apiñaron en un pequeño rincón lleno de basura.
Según este statu quo ni
los judíos muy ancianos no podían sentarse en un banco que trajeron de casa. Este
status quo decía que si un niño musulmán quería pasar su burro durante las
oraciones de los judíos, se le permitía hacerlo porque los judíos según el islam
están en una posición inferior por no reconocer la palabra divina traída por Mahoma.
De 1918 a 1948, los
británicos gobernaron Jerusalén, y ellos también mantuvieron este aparentemente
santo statu quo.
Bajo el statu quo
sancionado por el gobierno jordano desde 1948 a 1967, a los judíos no se les
permitió entrar en la Antigua Jerusalén, a pesar de lo que se declaró
explícitamente en el acuerdo de armisticio firmado en 1949, según el cual, judíos
podían visitar la Ciudad Vieja para practicar su religión.
Este santo statu quo ha
sido cambiado por el Estado de Israel. En junio de 1967, según el calendario judío
justamente hoy hace 54 años, inmediatamente después de la liberación de la
ciudad, se evacuó un pequeño vecindario adyacente al Muro Occidental y se
construyó una gran plaza en su lugar, con espacio para decenas de miles de
visitantes. Los arreglos para una visita al Monte del Templo, ubicado sobre el
Muro Occidental, también fueron establecidos por el Estado de Israel, y hoy en
día cualquier turista puede visitar la Antigua Jerusalén, tal como lo hace en
lugares como el Taj Mahal o el Vaticano.
El presidente Biden ha
declarado que se debe mantener el statu quo para prevenir la violencia. La
lógica de sus palabras suena lógica, pero la historia enseña exactamente lo
contrario. Solo cambiando el injusto statu quo del que sufrieron los judíos
ante todo, pero no solo ellos, se creó un statu quo de verdad, un statu quo de
tolerancia de hecho, asegurada por las fuerzas armadas israelíes, que
lamentablemente son necesarios para asegurar el derecho de vivir y de ser
diferente.
Solo las fuerzas armadas
israelíes aseguran el derecho de todos, religiosos, ateos, mujeres, hombres, cristianos
musulmanes y judíos, a gozar de esta divina ciudad, Jerusalén.
De hecho, el presidente
de los Estados Unidos, un estado basado en una constitución diseñada para
preservar la libertad de conciencia de cada persona debería entender esto mejor
que nadie.
Hoy, el día de Jerusalén,
es un buen momento para apreciar el movimiento sionista que veía la libertad de
conciencia y la paz como un valor supremo, y cuando tuvo el poder, tuvo el
suficiente coraje de negar amenazas de parte de enemigos y amigos, romper el
statu quo, para crear condiciones para realizar dichos valores de convivencia y
tolerancia.
Los sionistas, parece
que mejor que algunos presidentes norte americanos, entendieron que el camino
hacia la paz y el respeto de la libertad de conciencia no pasaba por otro sermón
lleno de lindas palabras, sino creando las condiciones que permitieran a cada
persona ejercer seguramente su derecho de libre expresión, sin perjudicar la
seguridad de los demás.
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